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Leonardo Gardenghi, Giulia Ragazzini

El Corazón Como Sede Del Pensamiento

En el pasado muchos filósofos creían que el órgano del pensamiento era el corazón. Ya en el V siglo a. C., Empédocles elaboró esta teoría llevándola a niveles universales.

¿En qué consistía el razonamiento de Empédocles? Según él, el ciclo cósmico se parece a un gran corazón que pulsa, cuyo latido simboliza la vida. En efecto, logramos probar amor, establecer buenas relaciones y abrirnos a los otros.

¿Dos fuerzas primordiales: ¿amor o contienda?

Cuatro raíces, dichas "rhizomata" (tierra, aire, agua y fuego) componen el universo y son gobernadas por dos fuerzas primordiales: la amistad o amor y la contienda u odio. Divinas son estas dos fuerzas y eterno es su movimiento.

El mundo animado, como hoy lo conocemos (con animales, plantas y hombres) , se ha formado según Empédocles durante el ciclo cósmico, entre la sístole y la diástole, cuando amistad y contienda están entre ellos en equilibrio. Se evidencia por lo tanto la importancia de los sentimientos: cuando estamos agitados el corazón pulsa fuerte, mientras que cuando estamos tranquilos ralentiza.

¿Unión y/o división? Cada cambio es determinado por la acción de estas dos fuerzas sobre los elementos. El corazón, de hecho, se dilata cuando prevalece la contienda, sinónimo de separación y división; mientras que se contrae cuando el amor impone a las fuerzas que se mezclen para formar algo denominado por Empédocles Esfera.

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El ciclo cósmico gobernado por la sístole y la diástole

La creación de la vida es pues debida a la alternancia entre la sístole, el dominio del amor y la diástole, la prevalencia del odio. Entonces, se tiene que encontrar el justo equilibrio, el justo ritmo en la vida, ni con exagerado amor, ni con excesiva contienda.

¿En qué consiste el ritmo justo? Encontrar el ritmo justo significa apreciar las experiencias positivas y aceptar las desilusiones y vivir, en todo caso, en armonía con los otros y con el mundo.

El cerebro como sede del pensamiento (Alcmeone de Crotone y Hipócrates) Aunque estos razonamientos sean de una inmensa profundidad y fineza, es necesario recordar Alcmeone de Crotone, el que fue el primer filósofo en identificar correctamente el centro del pensamiento en el cerebro.

Luego fue Hipócrates, en el IV siglo a. C., a presentar a la primera teoría de las funciones mentales y emotivas basadas sobre el sólo funcionamiento del cuerpo. El hombre fue cada vez más considerado como algo indisoluble, una unidad psicofísica y si aunque sus funciones espirituales ya fueron comúnmente localizadas en el cerebro, el corazón continuó a imponer sus razones y a recalcar, con la regularidad de su latido, los tiempos de la vida.


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